Aunque lo parezca, no me alegro
de la dimisión de Esperanza Aguirre. Las dimisiones de los políticos, no son ni
buenas ni malas, en muchos casos son necesarias, en otros muchos imprescindibles
y en la mayoría de ellas intranscendentes. Ésta lo tiene todo para ser cualquiera de esas
cosas.
En primer lugar, no me alegro si
como en un principio la propia dimitida ha objetado su dimisión se debe a
cuestiones personales relacionadas con la enfermedad. Mucho menos si se debe a
una recaída en la grave enfermedad que padecía. Por encima de la política está
la persona y en ningún caso me alegraría
del mal ajeno y mucho menos si éste está relacionado con la falta de salud y
con una enfermedad tan “mala” como el cáncer. Si por esto fuera, preferiría 100
años de gobierno de Aguirre a que una familia pasé por lo que muchos hemos
pasado con algún familiar querido. Si es así deseo una pronta y total
recuperación y su vuelta a la política activa.
No me alegra que Esperanza
Aguirre deje de ser presidenta autonómica como no me alegró (salvando las
distancias) que Franco muriera en la cama. Hubiera preferido que Esperanza
hubiera alcanzado la derrota en las urnas, que es cómo en democracia se debe echar
del gobierno a los malos políticos y peores gestores. Los que creemos en la
democracia nos hubiera gustado que la opción contraria a la presidenta hubiera
tenido el suficiente crédito para desembarcarla en una elecciones. Muy mal se
estarán haciendo las cosas cuando esta
señora ha sido capaz de gobernar en Madrid durante tantos años.
Por último no me alegra que entre
las circunstancias personales argumentadas por la dimitida se encuentre una
total discrepancia con el partido al que pertenece o con el gobierno del señor
Rajoy. Esto demostraría la absoluta dignidad política de la señora Aguirre y
por tanto la falta total de ésta de los/las que se quedan en el poder. Y no hay
nada peor para los ciudadanos que nuestros gobernantes nos demuestren lo que
son y por lo que se venden. En definitiva, que si Aguirre se va por desavenencias
con el gobierno, el que la sustituya sabemos que admitirá lo que le impongan,
con lo cual no puede ser nunca buen político. Si Aguirre se va por que no
comparte lo que le están imponiendo desde su propio gobierno y con lo que no
estaría de acuerdo, demostraría que ella defiende por encima de todo sus ideas
(con las que podamos estar o no de acuerdo) y que las defiende por encima de su
partido. Si todos los políticos fueran así otro gallo nos cantaría.
En estos casos siempre se piensa
que otros vendrán que buena la harán. Y mira que será difícil, pero de estos
del PP me espero que terminen haciéndola buena. Ya verán.
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