04 mayo 2008

1 DE MAYO ¿ALGO QUE CELEBRAR?

EL 1 de Mayo sirve de homenaje a los Mártires de Chicago. Es el recuerdo a unos trabajadores que en 1886 iniciaron una huelga para conseguir una jornada laboral de ocho horas, y que días más tarde derivó en una revuelta de gigantescas dimensiones. Estos sindicalistas anarquistas fueron posteriormente ajusticiados.

Durante muchos años el primero de mayo fue considerado en nuestro país como el día por excelencia para reivindicación de derechos que en el periodo de la dictadura los sindicatos y los trabajadores habían perdido. Hoy, en pleno siglo XXI, tan acostumbrados estamos a la jornada de ocho horas y a otros derechos adquiridos con los años, que inconscientemente los trabajadores no hemos olvidado de lo que debiera ser el 1 de Mayo.

Últimamente, tanto sindicatos como los propios trabajadores, nos hemos limitado a festejar esta jornada cuando en realidad pocos logros sindicales podemos celebrar en los últimos años.

Vivimos en un periodo donde la siniestralidad en el trabajo es una de las grandes lacras de nuestra sociedad. Los muertos en el trabajo cada año se cuentan por centenares y los heridos por miles. Existe una ley de prevención de riesgos laborales que en la mayoría de los casos se incumple sistemáticamente. Sin embargo tras cada accidente nos lamentamos de que nadie obliga al empresario a su cumplimiento. ¿Qué derecho más importante tiene un trabajador que el de su propia vida?

Por otro lado es un hecho reconocido por todos que la igualdad de hombres y mujeres en el trabajo brilla por su ausencia. La igualdad de sexos en el trabajo se ha conseguido en cuanto a los deberes, pero ni mucho menos en cuanto a los derechos, empezando por el salario. Sin hablar de la discriminación de la mujeres en muchos puestos de trabajo.

El fenómeno de la inmigración (que no problema) y de trabajadores con la necesidad imperiosa de un empleo, pero en situación ilegal en nuestro país, ha hecho reaparecer la figura del empresario negrero que “contrata” a inmigrantes ilegalmente, imponiendo jornadas interminables por las que les paga cuatro duros, o mejor dicho, cuatro euros. Y no es una forma de hablar, en muchos casos es exacto.

Estos son los problemas básicos que hoy coartan los derechos de los trabajadores y trabajadoras en nuestro país. No podemos olvidarnos naturalmente del paro, de la precariedad laboral, del acceso de los jóvenes a su primer trabajo, de la pérdida de poder adquisitivo, de la mala calidad de la sanidad o de la enseñanza, de la vivienda y de tantos otros derechos por los que debemos luchar.

Y después de todo esto, de verdad ¿hay algo qué celebrar? Más bien parece que es ahora más que nunca cuando el día del trabajador debe tener más carácter reivindicativo. El 1 de Mayo no puede ser una fiesta.

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