26 mayo 2009

MÚSICA PARA MI CORAZÓN

En estos días debía haber pasado por aquí para hablaros de lo que ha sucedido mientras en mi vida el mundo casi se paraba. En circunstancias normales os hubiera contado que tal fue la lectura literaria de Matilde Cabello o lo mucho que ver en la jornadas sobre minería y patrimonio y sus exposiciones, incluso cómo fue el concierto de los hermanos Cuenca el pasado viernes. Pero…, algo me lo impedía. No podía contar nada de la lectura literaria ni del concierto. Las jornadas las he vivido más de lejos de lo hubiera deseado. Tampoco me apetecía ponerme a escribir de algo que diferente a lo que continuamente daba vueltas en mi cabeza.

Ahora, después de algunos días de reflexión, no es que se vean las cosas ni de otra manera, ni mucho menos más claras, pero como con cualquier problema, con éste ocurrirá que o se soluciona y deja de serlo y convives con él y te acostumbras.

Pero la vida sigue, aunque esos niños no se vayan de mi cabeza. Este fin de semana he intentado que tanto yo como mi familia volviéramos a la normalidad. He dejado las intervenciones en los medios de comunicación y sobre todo he intentado tranquilizarme. Hemos podido conseguir las dos primeras, la tercera está en periodo de consecución. Ya iremos viendo.

Me he dado cuenta que en estos días no soy yo mismo porque ayer mi equipo, el Cádiz, consiguió el ascenso y yo casi no vi el partido. Lo peor es que casi ni lo celebré.

Os puedo decir que ha habido algo que me ha servido para, por lo menos, desconectar un rato. El domingo asistí al concierto de piano a cuatro manos de Duo Scaramouche (Malvina Renault-Vieville y Filippo Antonelli) y me alegro de haberlo hecho. Pense estar sólo un momento, pero me entusiasmó. Nunca había asistido a una interpretación musical así. Dos personas tocando el mismo piano al mismo tiempo. Una veces se compenetraban, otras parecía que uno contestaba al otro, otras tocaban al unísono. Sorprendente.

No entiendo de música pero si de lo que me gusta y eso me gustó. Me hizo mantener la atención por casi hora y media. No me había llevado reloj ni nada en lo que consultar la hora. Había dicho en casa que tardaría muy poco, y eso creí cuando acabó el concierto, que no había pasado más de 45 minutos. Hora y media casi sin darme cuenta. Estaba atento a la música, escuchando y a la vez mirando. Mirando los gesto de ambos pianistas. Los dos seguían la música con su propio cuerpo a la vez que interpretaban. Casi bailaban en momentos dulces y se estremecían cuando la música se hacía más…”dura”. Ella casi tarareaba, él marcaba gestos en su cara buscando una nunca correspondida complicidad de su compañera. Él más sobrio, ella hasta descalza.

Admiro cada día más a quien con su arte es capaz de por unos ratos son capaces de hacer olvidarse al resto de los humanos de lo que sucede a su alrededor, y este duo lo consiguió con su variada música.

El próximo fin de semana habrá más. Yo volveré a pedir permiso a mi familia para volver a desconectar de la realidad y a disfrutar de la música en directo. Os lo anunciaré con tiempo para que sepáis que toca este fin de semana y quienes son los concertistas y para animaros a asistir.

Mañana me permitiréis que vuelva a recordar a mis hijos.

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