22 febrero 2010

CHIFLA, CHIFLA... QUE COMO NO TE APARTES TU

Ayer presencié a través de la televisión la bronca a los reyes y la pitada al himno momentos antes de iniciarse la final de la copa de baloncesto, que se celebraba en Bilbao. Debo reconocer que mi primera idea fue que no se celebrara ningún evento de este tipo en lugares donde ni siquiera conocen el significado de la palabra respeto. Un fase final de la copa de baloncesto seguro que es apreciada por muchas ciudades, en las que su celebración deja un buen dinerito. Pues parece que muchos de estos vascos no quieren saber nada de lo que huela a español y así lo demostraron con su bronca, sus pitos, su falta de respeto y su mala educación. Pues que no cojan ni un duro (euro) gracias a la celebración de una final que corona al campeón de España.
Después, con calma, cuando el Barça nos daba un repaso y sabiendo que se llevaban la copa de España, pensé todo lo contrario. Cuando ya sabía que la copa de España de baloncesto iba a hacer felices a muchos que no se consideran españoles, creí que lo mejor es que estos eventos deportivos se celebren con la misma normalidad en lugares como Bilbao, como en cualquier otro. Quiero pensar que entre los asistentes había muchos que pitaban, abroncaban y mostraban pancartas a favor de ETA, y otros muchos que si no aplaudían por lo menos se mantenían en un respetuoso silencio hacia los símbolos que representan a muchos que se consideran españoles. Así que muchas finales a las vascongadas. Por un lado por devolver el respeto a ese bien educados y por otro para darles en las narices a todos los demás. Que seá como aquel maño que decía: “chifla, chifla, que como no te apartes tu”.
Así que el año que viene, o cuando toque otra vez, allí. Y nada de poner un himno recortado a 30 segundos, a ser posible la versión más larga y más lenta que se pueda. A ver si así se cansan de silbar, y sobre todo, alegramos a quienes ayer se sintieron contentos por tener a los reyes y escuchar el himno de España. Me parece vergonzoso que se recorte el himno por el miedo a la reacción de los maleducados. Parece que nos avergonzamos, cuando los avergonzados debieran ser los silbantes.
Yo, que no soy muy monárquico que digamos, debo alabar la valentía de los reyes o de quienes han creído conveniente que fueran a Bilbao. Es una muestra de normalidad, y eso era lo importante.

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