14 junio 2011

SIN MUSICA (LA VIDA) SERÍA UN ERROR.

Este fin de semana he tenido la oportunidad de volver a disfrutar de la música en directo cerca de casa. Han sido los dos primeros conciertos del festival “Músicas del mundo” a los que he podido asistir. Por unas cosas o por otras no me había perdido todos los anteriores. He estado muy liado en estos últimos meses. A partir de ahora creo que estaré algo menos ocupado y podré ir a los conciertos que quedan, que no son muchos. A buenas horas.
No soy un gran amante de la música, tampoco una persona a la que se le pueda calificar de melómano,  pero disfruto de un ratito de música en directo y si encima lo puedes compartir con amigos y con verdaderos entendidos de los que aprender, mucho mejor. Eso es impagable.
El sábado, con una cervecita (o más de una) y al aire libre escuche y saboreé el blues de Pancho Brañas y su orquesta. Vuelvo a repetir que no entiendo mucho de esto, pero es una verdadera gozada poder estar en un concierto de un enorme baterista de la talla de Pancho. No es la primera vez que Pancho y los suyos vienen a Peñarroya, y espero que no sea la última, pero creo que nadie se puede cansar de visitas de este tipo. Me cuentan los entendidos que fue un gran concierto, yo hubiera pagado por tan sólo estar en el momento en el que el líder de la banda se marcó un solo de batería digno de los grandes, grandes artistas. Supongo que a muchos de los que allí estaban les produjo la misma sensación, y espero que algunos de los allí presentes sigan apostando por este tipo de actuaciones.
Tras la fiesta del sábado, lo del domingo fue distinto. No era al aire libre y había mucho menos público, los amantes de la música y alguno que otro que asistió supongo que por la costumbre de estos años. Vamos que allí estaban los de siempre, tuvieran o no la responsabilidad de tener que estar. La Orquesta del Conservatorio Profesional de Música “María de Molina”  de Úbeda ofreció un buen concierto que el público asistente supo apreciar y agradecer en pie y con un cálido aplauso al final de su actuación. De la mano de su director Alfredo Catalán, la orquesta interpretó la Suite Holberg de Grieg, L’arlesienne de Bizet, Concerto de Amore de Jacob de Hann, las bandas sonoras de películas tan afamadas como 1492 y Los chicos del Coro y una pieza creada por el propio director de la orquesta titulada ¡Cuántos siglos de música!
Para mí, magnífico concierto. Casi todo bien. Algún fallo, pero tampoco había nadie que lo pudiera solucionar. Estaba organizado en una etapa anterior y quizás ahora se había quedado traspapelado en la agenda. Por ejemplo,  con la orquesta viajó el propio director del conservatorio de Úbeda, José Manuel Cuenca, que junto con su hermano (que también asistió) son las verdaderas almas de este festival. No había nadie del equipo de gobierno que los recibiera, que les agradeciera su presencia y que representara a nuestro pueblo ante todos estos visitantes, que les diera la enhorabuena como hicimos la mayor parte de los asistentes y que los acompañara intercambiando opiniones mientras tomaban un refrigerio antes de del viaje de vuelta. Gran error, porque se podrá o no contar con estas personas, se podrá o no continuar con este tipo de actividades culturales, pero el nombre de Peñarroya ante cualquier visitante debe estar por encima de todo. Por lo menos así lo hemos creído todos hasta ahora, y no creo que hayan cambiado tanto las cosas en un solo día.  

No hay comentarios: