No es que haya olvidado el blog. No. Si que paso por “la casita” de vez en cuando. Para vez si ha entrado alguien, para echar un vistazo, incluso estoy pensado hacer una remodelación. Otra. Ya veremos. Lo que en realidad me pasa es que me he instalado en el “hacer poco”, casi nada. Estas vacaciones me las estoy tomando como tales. Vacaciones de verdad. He vuelto a leer un libro, que casi se me había olvidado lo que es eso. A leer de noche, de madrugada, en silencio, como a mi me gusta. Estoy terminando “Cabo Trafalgar” de Pérez Reverte. Tengo preparado otro “El mozárabe” de Sánchez Adalid. Son esos libros que compras para leer en cuanto puedas y dejas encima de la mesita de noche y pasan los meses y sólo has leído el título, la contraportada y si acaso el primer capítulo (y no entero). Las vacaciones las quería aprovechar para retomar esas asignaturas pendientes y terminar de hacer unas chapuzillas.
Sin embargo, le he dedicado la mayor parte de mi tiempo a mis hijos, a mi familia. Incluso admito que tengo algo olvidada a mi esposa, aunque también hemos tenido algún ratito para salir nosotros solos a cenar o a tomar un heladito. Sin niños. Que esa es otra. Dejas a los niños en casa, ya dormidos, con la abuela, sales a cenar como cuando estábamos solos, para desconectar un ratito. A las dos horas te das cuentas que llevas otras tantas hablando de los niños: que la “pizquita” se está portando mejor, que el “chuquitajo” está comiendo mejor últimamente, que están creciendo muy rápido.
– Dejemos de hablar de los niños. Hablemos de nosotros.
– Vale. Cuando lleguemos a casa tenemos que preparar algunas cosas.
– ¿Para qué?
– Para empezar el colegio
– ¿Yo?
– No seas bromista, los niños.
Otra vez los niños. ¿Hay algo más en nuestras vidas que nuestros hijos? Parece que poco. Tampoco me quejo, es lo que queríamos. Es una bendición.
Y playa, y piscina, y cine y McDonald (con lo poco que me gusta) y paseo hasta llegar a los columpios. Y a la cama, que son casi las once, para que se levanten doscientas veces diciendo aquello de “Papa, quiero agua”. Estos han oído lo que dicen los médicos de que en verano hay que darle mucha agua a los niños y se han aprendido la cantinela. Hasta que por fin se quedan dormidos. Mi esposa también. Ahora es cuando puedo leer un ratito… Las tres de la madrugada. Me tendré que acostar.
Y antes de las 9 ya están otra vez pidiendo agua. Que ganas tengo de que acaben las vacaciones para poder dormir.
Las demás cosas que había dejado para cuando estuviera de vacaciones tendrán que esperar a que éstas se acaben y empiece a trabajar. Lo haré el fin de semana, que estoy de vacaciones. ¿o tendrán que esperar?
3 comentarios:
Pical, cuando tu hija sea adolescente verás como es entonces cuando no te acuestas pensando donde está y con quien. Que pases unas felices y merecidas vacaciones.
Pical, he sufrido el ataque de un hacker. Eso significa que estoy en el buen camino. Me parece que es porque no quieren que la gente lea y se informe de lo que he puesto.
A los visitantes, les diré que no corren ningún peligro al visitar mi blog, la ventana que aparece ha sido fruto de una acción anónima de denuncia en Blogger. Así que lo que hay que hacer es ignorar el aviso y marcar la casilla "Entiendo que visitar este sitio puede dañar mi equipo", porque ¡es mentira!, ha sido una estratagema. Luego hay que pulsar el botón "Continuar de todos modos.
Bueno, ejem... ya les estoy pagando con la misma moneda, y pronto ellos también "problemillas".
Tienes toda la razón amigo, pero cuando son peques por que son chicos y cuando crecen por que se han hecho mayores nunca se acaba de velar por las noches a estos retoños, bueno es ley de vida, mi madre aún padece por mi y mañana cumplo 40 añitos de nada jajaja. Un beso ¡¡ah!! me gusta mas esta casita.
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