Una placa ha servido para sellar por fin una parte, grande a mi entender, de la historia de Peñarroya-Pueblonuevo. Con una placa se pone fin a muchos días de esperanza en el futuro. Con una placa en una pared se inaugura lo que ha servido durante mucho tiempo de sufrimiento a muchas personas que se marcaron en su calendario este día como la llegada a una meta, y que hoy han visto que el día ha llegado y no se han visto reflejados y reflejadas en esa placa.
No he visto tampoco yo la placa. Todavía no he querido ir a verla. Pero seguro que en ella se puede leer que el presidente de nuestra comunidad ha inaugurado el centro hospitalario. En la placa aparece el nombre de quien lo único que ha hecho por ese hospital es estar aquí una hora, de camino a Los Pedroches, para descubrir su placa.
Mi idea es que faltan placas. Muchas, que reconozcan a quienes han hecho a lo largo de mucho tiempo, mucho más que Chaves, por que el día de hoy llegara. Si tuviéramos que poner placas por todos, ese “hospital de pin y pon” no tiene paredes suficientes en las que cogieran.
Pero claro, la memoria es corta, sobre todo si han pasado tantos años. Ocho años. Pero las placas habrá que ponerlas. Podemos ponerlas. Recordad conmigo.
Una placa a los mineros. A los que lo fueron, a los que dejaron de serlo por que perdieron su trabajo, a quienes, hijos de mineros, no llegaron a serlo, porque aquí dejamos de ser mineros. Ellos, todos son los que han pagado el hospital y se merecen más placa que La Junta.
Otra, a quienes creyeron que era posible que se cumpliera la ilusión de toda una comarca y que vivieron la injusticia de que hace más de 30 años el hospital cogiera el camino equivocado.
Y otras muchas, a quienes, de una u otra forma han dado parte de su vida y su esfuerzo, aunque poco fuera, para que el hospital fuera un hecho.
Hoy no han salido en la foto, o por que no han estado o por que han sido apartados los que de verdad tenían que tener una placa. Una placa enorme, mayor que cualquier fachada de cualquier hospital del mundo. Son los que de verdad consiguieron ese hospital. En ella estarían representados sus nombres teniendo como fondo muchos sofocones, madrugones, días sin comer, horas bajo la lluvia, muchos kilómetros de ida y vuelta, horas de radio (dentro de la radio o escuchándola). Esos ni han tenido placa, ni casi nadie se ha acordado de ellos. Y sin embargo ellos debían ser los verdaderos protagonistas.
¿Dónde está la placa a las personas que durante muchos días se tiraban al campo y a la carretera para pedir su futuro? ¿Dónde está la placa que recuerda como un pueblo fue capaz de colapsar una capital pidiendo lo que hoy por fin es un hecho?¿ Dónde está la placa para quienes en coche fueron a Córdoba y por sus carreteras pedían lo que era de justicia? ¿Dónde está la placa que dice lo que costaron a sólo unos cuantos las famosas multas? ¿Y las placa para recordar el cabril, y las noches de frio, y los días de hambre, y las mañanas de niebla y el miedo de aquella última mañana? ¿Donde están las campanas de Peñarroya?¡Qué pena de placas! ¡Qué pena de memoria de un pueblo!
Seguro que las placas y la memoria se ha perdido. Tiempo ha habido. Ocho años. Ocho años menos ocho días. Desde aquel 24 de enero. Se ha perdido la memoria por el camino, como se han perdido muchas de ñas prestaciones de aquel hospital, y como se han cambiado muchas otras. Por eso es necesario que llegaran todas esas placas. Para que recordáramos de quienes era, como era y donde estaba ese hospital que tanto ha cambiando en ocho años.
Tampoco hubiera sido mala idea poner un panel con fotografías de todos aquellos momentos. Seguro que muchos estaríais en ellas. En unas o en otras, unos en más, otros en menos. Pero el presidente las hubiera visto y hubiera visto como algunos estamos muchos mas viejos y otros incluso nos han dejado, pero sobre todo hubiera visto lo que ese hospital le ha costado a algunos y los que otros son capaces de pagar o de cobrar por él.
Como he dicho, no he ido al hospital. La verdad es que un hospital es un sitio al que ni quiero y ni deseo que vayamos ninguno, ni para poner placas. Sin embargo, cuando vaya a verlo yo llevaré, aunque sea una simple hoja de papel. Simbólica y modesta placa para acordarme de los que de verdad hicieron posible que este hospital hoy esté hecho.
Por último, una placa. Esa pequeñita, que no quitara mucho sitio ni costara mucho dinero, por que estaría dedicada a quien desearía que mejor gastarlo en que ese hospital tuviera más servicios y más puestos de trabajo. Eso si, con letras bonitas y grandes que dejara en su sitio a quien de verdad ha dado parte de su vida por ese hospital y que le costó, y se sigue costando mucho, mucho más de lo que cualquiera hubiera podido dar. Una placa de reconocimiento, a quién ha después incluso ha tenido que aguantar que le llamaran ladrón, a quien de verdad hoy es el que más se ha alegrado y sin embargo tan solo unos pocos le han dicho “ese hospital es tuyo”. Tuyo y de los de verdad estaban contigo y con tu pueblo. Una placa en la que se leyera RAFAEL MUÑOZ. Detrás estarían los nombres de aquella “alineación titular”.
Yo, tal vez lleve una placa hecha en una hoja de papel, hecha a ordenador, o a mano. Y lo ponga a la entrada. Si todos los que estuvieron aquel 24 de enero gritando tenemos hospital hoy se acordaran y llevaran su folio, el hospital de Valle del Guadiato y el de sus ciudadanos se quedaría empapelado. Para eso hay que tener memoria y ser bien nacido.
7 comentarios:
Sencillo y contundente. La memoria es muy selectiva. Muy de acuerdo en tu apreciación. Todo un ejemplo de reflexión que debería hacerse llegar a todos los rincones. Pasalo.
Saludos Pedro.
El reportero.
Me uno a esa reflexión. En efecto, contundente, clara, obvia, irreprochable, que no se puede desmentir, pero... el pueblo habló en su momento, el pueblo votó, el pueblo TRAICIONÓ su memoria y lo que él mismo había hecho, renunció a aquello con lo que se comprometió, eligió mal pero eligió de forma soberana. Que ahora apechugue con su decisón.
Ante eso no hay nada más que decir ni añadir. No se puede decir nada porque fue el pueblo quien lo dijo todo en su momento, cambió de banndo, escupió sobre su propia memoria y sobre sus actos. Eso es lo que queda, y hay que aceptarlo.
perdon, ¿quien arriba escribe es revertiano o radicaltiano?. ¿Desde cuando en democracia cambiar tu voto hacia otra opcion politica se considera traicion?. Y si se trata de apechugar con lo que tenemos ahora en vez de lo que tuvimos con el señor que tanto idolatrais, pues yo prefiero apechugar y a eso no hay nada mas que añadir, claro que yo no suelo escupir hacia nadie, prefiero en todo caso darle aliento (a pesar de la alitosis que me acompaña)a quien ahora gestiona de manera eficaz el destino de este pueblo.
No pretendía, ni deseo mas, discutir de política local. parece que no he acertado en mi expresión. Retiro lo que haya podido herir al anónimo. Retirado queda.
Pero es curioso, una última reflexión: de los que escriben siempre se sabe la identidad de algunos, nunca la de algunos otros. ¿Tanto miedo hay a identificarse en democracia, a responsabilizarse de lo que se afirma con todo derecho?
A los que nos equivocamos en su momento (y es cierto que nos equivocamos, al menos yo) nunca podrá decírsenos que al menos no dimos la cara y el nombre. Ya dije entonces que reconozco la equivocación porque estaba claro que el pueblo iba por otro derrotero. Lo vuelvo a afirmar y son las últimas líneas que escribo al respecto.
Lo importante, como dice Picalcan, es que nunca tengamos que visitar el chare.
Mi reflexión no tiene nada que ver con política. Ese hospital ha costado mucho más que muchos otros y yo sólo quería dejar constancia de ello y recordar como se consigió. Eso solo es historia que esta escrita en los papeles. Equivocada o no esa fue la forma.
Después vinieron otras cosas. Pero de aquello no deberiamos olvidarnos. Y eso es lo que se está haciendo por cuestiones políticas o incluso por odio personal. Que nadie me quiera hacer creer que la marcha negra consigió nada para esta comarca, ahí estan los papeles. El hospital de hoy se consigió en el año 2001 y después en el 2002 y para eso se necesito que el pueblo se echara a la calle. Solo quiero recordar eso.
Soberbio. Escribe este artículo en un pergamino y colócalo en el Hospital para que todo el mundo se entere de quiénes, de verdad, lucharon por él. Felicidades Pical.
Es triste, muy triste que la flaca memoria solo aluda a lo contemporáneo como algo irremediable y que, encima, se catalogue de "opción política" la decisión de los ciudadanos en su voto. Si las cosas hubieran andado por los derroteros que todo un pueblo apoyó en su momento, hoy día es posible que el voto estuviera donde está, pero lo que es innegable es que este pueblo, este bendito pueblo, no soportaría más el pesado fardo de las opiniones como las que Revertiano expresa: Peñarroya Pueblonuevo es, ha sido y será producto nada más que de la precaria necesidad de sus gentes, y si el político de turno aprovecha coyunturas en beneficio propio, siempre andaremos como rémoras de un pasado que pudo haber sido muchísimo mejor.
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