Me alegro. Me alegro y mucho. Me alegro que sea legal y
constitucional lo que la mayoría vemos normal. Que cada cual elija a quien
quiera para compartir su vida, para casarse y para hacer con su vida lo mismo
que pueda hacer una pareja de sexos diferentes. Me alegro que la libertad de
decidir de cada cual esté por encima de su sexo y de su sexualidad.
Me alegro por todas esas parejas que en estos siete años han
formado una familia y que definitivamente saben que tendrán los mismos derechos
que la que he formado yo o los que cualquier otra. Me alegro que por fin haya
pasado este periodo de incertidumbre y que puedan ser felices para siempre (o
no, como cualquier pareja) con quienes se han casado.
Me alegro por la oportunidad que se les da a estas personas de
tener el derecho de tener hijos adoptados para formar esa familia con la que
siempre soñaron.
Nunca entendí la polémica de esta ley. No entiendo que puede
tener de malo una ley que ni obliga a nada ni quita derechos a nadie, sino al
contrario, nos da a todos la oportunidad de poder casarnos con una persona de
nuestro mismo sexo con los mismo derechos de si decidimos hacerlo con una
persona de sexo diferente.
También me alegro de que las personas que decidan casarse
con una persona de su mismo sexo tenga el derecho de utilizar la palabra
matrimonio para definir su unión. Porque aunque las palabras sean lo de menos,
en muchas ocasiones son necesarias que todos las podamos utilizar ante iguales circunstancias.
Y por encima de todo me alegro por aquellos a quien esta
decisión del Tribunal Constitucional haya molestado. Me alegro que tengan que comprobar que la
sociedad española está por encima de pensamientos retrógrados y por encima de
sus ganas de controlar la vida de los demás. No quiero que pidan perdón por lo
que han dicho y hecho contra esta ley y contra las personas que la hemos
defendido. Tampoco que cambien de opinión. Tan sólo que dejen vivir en paz a
quienes decidan vivir de forma diferente a las que ellos han elegido. Es decir, que vivan como vivimos los demás,
sin importarnos lo que hace cada cual con su vida.
Pues lo dicho, que me alegro que en mi país se pueda elegir
en libertad. Esto es una buena noticia, y en el momento en el que faltan,
cuando llega una noticia hay que celebrarlo con orgullo.
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