Hoy cuando he llegado a casa me he encontrado un correo
electrónico del alguien al que no conocía. Me enviaba un escrito que leí entre
lágrimas desde el primer párrafo. Desde ese momento, el resto del día he tenido
el corazón encogido y he estado triste, incluso nervioso. Naturalmente mi
esposa también leyó ese escrito y al igual que yo soltó más de una lágrima.
No me puede contener y me puse en contacto con el emisor del
correo. En media hora de charla he recordado muchas malas experiencias y aunque
mi intención era mandarle ánimos, creo que conseguí lo contrario. En más de una
ocasión me emocioné con sus palabras, también llegué a llorar. Después comentándolo
con mi esposa, las lágrimas han sido mutuas.
Siento revivir lo que ya hace seis años vivimos. Siento que
vuelva a pasar los que pasó a nuestra familia. Desgraciadamente me podía poner en el lugar de ese padre que me
contaba su amarga experiencia. ¡Hay tantas semejanzas! Otra injusticia más.
Otras dos pequeñas vidas rotas por una desacertada decisión de doña Blanca. Otra
pareja destrozada por saber la vida que a partir de ahora les espera a las que
hasta ahora eran sus hijas.
Hoy he revivido la pena por esas niñas, tristeza por esos
padres (los de verdad, no los biológicos), impotencia por la situación y hasta
la mayor de las rabias por que vuelva repetirse la injusticia. Pero lo peor de
todo es que al igual que entonces creo que volveremos a saber de esas niñas, y
al igual que en el caso de Álvaro, no será para bien. Y seguro que todos
opinamos lo mismo. Todos menos quien ha tomado otra vez la misma decisión. Le
digo lo mismo que entonces a doña Blanca Pozón, “usted con sus decisiones es y
será la responsable del futuro y de lo que les pueda ocurrir a esos niños”.
A estos padres ánimo, un abrazo y todo mi apoyo y ayuda para
que consigamos que esas niñas no sean olvidadas de los que tienen que proteger
a los menores, para que no se olviden de ellas, para que continúe la vigilancia
para que dentro de no tanto tiempo sepamos que las han abandonado, o aún algo
peor.
Reproduzco, con su permiso, el texto que me ha enviado el
padre de otros dos menores tratados injustamente por La Justicia.
LA INJUSTICIA
DE LA JUSTICIA
Ayer unas niñas fueron
condenadas a volver a mendigar, a volver al infierno del que hace 17 meses el
servicio de protección de menores de la Junta de Andalucía las había sacado
argumentando por varios motivos y a lo largo de muchos meses desamparo.
Una Jueza llamada
Blanca Pozon y sus compañeros de la audiencia provincial han resuelto que toda
la documentación aportada: malos tratos a las menores, dejarlas solas en la
casa con meses de edad solo al cuidado de una hermana con seis años, que
estuvieran mas días trabajando con el padre recogiendo chatarra y pidiendo
limosna con la madre que asistiendo a la escuela, que tuvieran al único varón
bien alimentado y limpito y a su melliza y demás niñas mal aseadas, desaliñadas
y descuidadas (discriminación por sexo), no era suficiente para el desamparo.
Es curioso, en última instancia la Junta actuó de urgencia porque peligraba la
integridad física y psíquica de la pequeña. Y la jueza sentencia que todos
esos hechos aunque probados por los
servicios sociales y policía no quieren decir que fueran continuados y lo mas
indignante que por sus costumbres y cultura étnica quedaban disculpados.
La persona que es cabeza
de familia, que dice que es su progenitor pero no tiene a ninguna niña
reconocida con sus apellidos, es el que tiene a todas las niñas atemorizadas y
subyugadas incluida la madre, esta persona, al que no llamo padre porque padre
es el que cuida, educa, da cariño y protección a un menor, es a quien los
jueces les ha devuelto las niñas, esta buscado por la justicia Búlgara y
Alemana, en el tiempo que lleva en España podía haberse reformado pero no,
tiene cantidad de denuncias por alteración del orden público, multas de
trafico, problemas con las drogas (incluso jeringuillas en la
furgoneta),etc..ect.. que el único interés en tenerlas es poder recibir ayudas
públicas (dicho por él). Esta persona es el responsable que las niñas le
tuvieran pánico a todos los hombres.
Cuando hace de 10 meses
la Junta nos dió en acogida permanente a las dos pequeñas, tardé varios días en
poderme acercar a ellas y solo con mucho cariño pudieron vencer el miedo a la
presencia masculina, después he recibido mas abrazos de ellas en tan poco
tiempo que en toda mi vida, curiosamente ayer cuando me despedía de ellas antes
de entregárselas al supuesto progenitor, estaban agarradas a mí, llorando que
no las dejara, solicitándome una ayuda que impotente no podía darles.
A los ciudadanos de
este país que normalmente no delinquimos, si alguna vez cometiéramos tan solo
una de las acciones arriba indicadas por esta persona, entonces sí caería todo
el peso de la ley contra nosotros hasta aplastarnos, quizás por que es de
justicia o quizás porque no pertenecemos a ninguna etnia y la ley es
interpretable según para cada caso ¿o no?.
Todos los técnicos de
menores recomendaban que en el remoto caso de reincorporarse de nuevo a la
familia progenitora (la Junta tampoco se esperaba esta ilógica sentencia) que
existiera un periodo de adaptación, para que las menores no sufrieran ese
cambio tan radical y se fueran aclimatando a su nuevo entorno, pero de nuevo no
sintiendo la mas mínima consideración a las menores y para mayor crueldad de la
sentencia dada por estos jueces, decidieron la devolución inmediata en menos de
24 horas, poquísimo tiempo para despedirnos y que se hicieran una idea de que
quizás nunca más volvieran a vernos.
Ayer fue un día horrible, aciago, sin duda el peor de mi vida, por perder
mi confianza en la justicia, por sentir un vacío tan grande que no se puede
explicar con palabras, pero sobre todo sobre todo, por las niñas que han vuelto
a un entorno lamentable del que quizás nunca más puedan salir, que esa
oportunidad que la Junta de Andalucía les había dado de prosperar en la vida,
de poder aspirar a estudiar una carrera, de saber que existen familias
estructuradas y que hay gente buena que puede dar mucho cariño, pues por culpa
de unos jueces que no han sabido interpretar las leyes como quizás todos las
personas por lógica habríamos esperado no podrán hacerlo y las ha condenado a
la miseria y el limosneo y peor aún al temor y al miedo constante.
Solo me queda la
esperanza de que los progenitores cambien a una actitud mas cariñosa, respetuosa y no discriminatoria con respecto a las niñas
pero en mi interior se que, utilizando las palabras de la jueza, esa es su
cultura, los llevan en los genes y no se cambia de un día para otro, que el que
nace lechón muere cochino como dicen en mi tierra, que sería como esperar que
el infierno se convirtiera en cielo, pero cosas mas raras se han visto entre
ellas esta sentencia. Por lo tanto hay alguna esperanza pero lo que deseo con
todas mis fuerzas es que esto nunca mas vuelva a suceder si es la ley lo que no
funciona que se cambie la ley..
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