Lo ha vuelto a hacer. Con todo el respeto que debo mostrar
hacia quien es la representante de la Justicia, doña Blanca le ha vuelto a
quitar el futuro a otras dos menores que podían tener una vida normal con sus
padres de acogida. Otra vez ha vuelto a condenar a dos menores a vivir quien
sabe que suerte de desgracias. Cierto es que la justicia no tiene ojos, pero
demostrado queda con sentencias como las de doña Blanca Pozón, que tampoco alma
ni corazón ni cabeza. Tampoco aprende de errores anteriores. Para ella, niñas
como éstas o niños como los míos, son la misma piedra con la que tropieza en
repetidas ocasiones. Y si hace ya seis años la hice responsable del futuro de
mis dos hijos, y después le tuve que recordar mis palabras cuando fueron
abandonados por la persona a la que ella se los entregó; hoy le repito esas
palabras: “para mí, usted con sus
decisiones es y será la responsable del futuro y de lo que les pueda ocurrir a
esas niñas”. Y es mi deseo no tener que volver a recordarle lo que ahora le
digo. Sería señal de que esas niñas se encuentran bien, cosa que dudo.
Pido, o mejor dicho, exijo a todos los responsables de la
Junta de Andalucía y los que tienen que trabajar por el bienestar de los
menores, que no abandonen a su suerte a estas dos niñas como así lo hicieron
con mis dos hijos. Ya tienen experiencia y deben haber aprendido de ella y de
lo ocurrido. Exijo que se observe desde muy cerca la evolución de esas niñas,
de todas las circunstancias que las rodean y que a la más mínima duda sobre su
bienestar, se actué con contundencia a pesar de la injusta sentencia. No
permitan que vuelva a ocurrir que su dejadez derive en males mayores para esas
menores.
A los padres de estas niñas, a los PADRES con mayúscula, a
los verdaderos padres, no a los progenitores, les trasmito mi ánimo y mi apoyo
para afrontar los duros momentos por los que están atravesando. Igualmente les
pido voluntad y fuerza para plantar cara a las administraciones que tienen que velar
por el bienestar de las que siempre serán sus hijas. No todo se acaba aquí, hay
que seguir luchando por esas niñas, sin desfallecer en la búsqueda de una vida
mejor a la que les han condenado. Si así
es, la vida se lo recompensará como lo hizo conmigo, y nunca podrán dudar de no
haber hecho todo lo que estuvo en sus manos para cumplir con su obligación de
verdaderos padres. En esa lucha me tendrán a su lado con lo poco o mucho que les pueda aportar.
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