DURANTE esta pasada Semana Santa y los días que hasta el momento le han seguido dos noticias me han llamado la atención poderosamente. Más bien han sido dos reacciones a dos hechos que por repetidos no son noticia, pero tales reacciones demuestran a las claras la hipócrita e inhumana sociedad en la que nos encontramos.
En primer lugar la forma de actuar de los medios de comunicación y de la propia Dirección General de Tráfico respecto al número de víctimas en las carreteras durante la Semana Santa ha rayado la euforia. No logro entender como se puede hablar con grandes dosis de satisfacción de una disminución de los muertos en la carretera cuando durante sólo una semana se han producido más de 60 victimas mortales y otros muchos heridos.
De igual manera me molesta que se hable de menos muertos. La única realidad es que la carretera ha dejado más muertos. No han disminuido, han aumentado en sesenta los muertos en la carretera. La complacencia con cifras como éstas no hace sino aumentar la distracción y el relajamiento en el cumplimiento de las normas y que los que cogemos habitualmente el coche para viajar sigamos creyendo que son los demás lo que hacen las cosas mal y nosotros los que tenemos todos los derechos.
En segundo lugar me ha llamado la atención durante los últimos días las crecientes reacciones a la celebración de los Juegos Olímpicos en Pekín. Parece increíble que ésto ocurra ahora, a cinco meses de la inauguración de los Juegos de la capital china, cuando la ciudad que acogerá éstos juegos se conoce desde hace siete años. ¿Es que entonces, allá por el 2001, en China se respetaban los derechos humanos más que ahora? Entonces, incluso durante los años de candidatura de Pekín, nadie habló de boicot, sino más bien de oportunidad para que la “nueva rica” asiática abriera sus puertas al capitalismo que veían en ese lugar dónde sacar unos estupendos resultados económicos. No es admisible que en un principio se quisiera utilizar el olimpismo para unos más que rastreros fines económicos y que ahora salgan los políticos oportunistas de turno para hablar de boicots a los juegos en un país que no respecta los derechos humanos. A ninguno de esos políticos oportunistas se le ha ocurrido hablar, ni antes ni ahora, de cortar las relaciones comerciales de sus países con China. ¿Que casualidad?
Estas dos formas de reaccionar no son sino la muestra de falta de humanidad, consideración y de la gran hipocresía que existe en nuestra sociedad, sin que nadie o casi nadie haga el más mínimo movimiento por intentar paliarla. Nos hemos acostumbrado a tener que pagar el alto precio de las muertes en carretera sin que nos llegue a afectar y a que sea el interés económico el que se imponga a los derechos humanos. Así nos va.
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