22 julio 2006

¡AY, SI ESTIVIERA AQUI MI PADRE!

Desde que me he despertado esta mañana del 21 de julio he querido dedicar unos minutos, una líneas, unas letras, a (la memoria de) mi padre que precisamente hoy hace diez años que lo hecho en falta. No puedo decir que todos los días, ni a todas horas, eso sería mentir y utilizar una ya manida frase, pero si que lo necesitaría en muchos momentos.

No quería que pasara este día 21 sin recordarlo en mi blog, pero me doy cuenta que según la hora de mi reloj ya ha saltado el número que hace que estemos en mañana y no he cumplido lo que al levantarme me prometí. Y es que las últimas horas del día 21 y las primeras del 22 de julio las he pasado disfrutando de una maravillosa tertulia con tres maravillosas personas: mi esposa y los que ya considero mis amigos Matías y Mari. Seguro que si mi padre se ha enterado de por qué no le he dedicado esos últimos minutos del día ha recordarle lo entiende y lo comparte. Seguro estoy que habrá sentido envidia, desde donde esté, de no poder participar en esa tertulia.

Me sirve todo esto también para recordarlo. Para recordar las charlas que manteníamos de muchas cosas. De cosas que normalmente hablan padres e hijos y de otras que no son frecuentes en las relaciones paterno-filiales. Ahora, con los años, me doy cuenta, que él fue el que desde chico me enseñó a escuchar y a hablar con los demás. Ahora me doy cuenta, que como a él, me gusta hablar con personas mayores que yo. Ahora me doy cuenta que era cierto que se aprende mucho de los mayores y quizás por eso casi todos mis amigos son mayores que yo. Ahora me doy cuenta de lo sabio que era mi padre, enseñándome que es importante hablar, con todos, de todo, fundamentalmente con los que tienen algo que contar, algo que enseñar, algo de lo que discutir. Y es posible, que él desde donde esté haya hecho posible el encuentro de mi esposa y yo con otra pareja, con la que en una hermosa tertulia, me ha vuelto ha dar otra vez la misma lección, que tantas veces me dio en vida, diez años después de su muerte.

Diez años ya. Diez años y todavía espero que llegue el domingo por la mañana para dar un paseo por Córdoba y tomarnos una cerveza juntos. Donde fuera, donde nos cogiera, en el famoso bar Correo o en el de la esquina de casa. Hablando ahora de fútbol, después de política, de su padre, de mi madre que era su esposa. Ahora callados, respirando Córdoba, o Cádiz si nos acompañaba su padre, mi abuelo. Diez años, cargados de domingos, sin paseos, sin charlas, sin cervezas... Ese era nuestro momento.

¿De que hablaríamos si pudiéramos pasear juntos este domingo? Seguro que de sus nietos, de su nuera, del mal momento que todos estamos pasando. Padre, ¿Qué debo hacer? ¿Qué está pasando? ¿Por qué, papá? Siempre quiso adoptar una niña y seguro que sufriría como nadie lo que entre unos y otros están haciendo con “sus nietos”. Sí, sí, sus nietos. Ahora me doy cuenta que él ya sabía algo. Días antes de morir le dijo a mi esposa que sería una buena madre para sus nietos. (¡La quería tanto…!) Y así ha sido, así ES.

Es cierto eso que en muchas ocasiones he leído de lo que piensan los hijos de los padres a diferentes edades y que cambia con el paso del tiempo. Finaliza con el pensamiento de ¡AY, SI ESTUVIERA AQUÍ MI PADRE! ¡Que necesario sería! Por lo menos para mí.

Ahora, llorando como no lo hacía desde hace diez años, me voy a la cama, y antes de entrar en mi habitación, como todas las noches, veré su foto en ese marco de plata, justo al lado de la puerta de mi dormitorio. Hoy me pararé un segundo más. Hoy, más que nunca, me hace falta.

Promesa cumplida, papá.

3 comentarios:

Revertiano dijo...

¿Qué puede decir alguien que aún no ha sentido ese desgarro? Aunque también mi hermano se fue en su día y fue algo muy parecido.
Cuento los minutos del tiempo que me queda estar junto a ellos para deleitarme con su compañía sin que ellos lo sepan, pero sé que algún día tendré que escribir una carta que intentaré sea al menos tan hermosa como la tuya.

Berlin dijo...

Picalcán. Ahora mismo voy a llamar a mi PADRE, para charlar con él. GRACIAS

Picalcan dijo...

No lo dudes amigo Berlin. Hazlo, y dale un saludo de mi parte. Y busca un ratito para hacerlo habitualmente. Seguro que no te arrepientes.