Ha llegado el final de “Las Cosas de la Vida”. En esta temporada éste final llega más tarde que nunca, metidos ya en el mes de julio. Como si el que hace el programa no quisiera que acabara nunca. Todo lo que empieza, queramos o no, tiene un final.
Estos días que he estado preparando este programa final de temporada me he acordado de cómo finalizaba una y otra vez el gran Chicho Ibañez Serrador cada una de las entregas de aquel mítico programa del “1,2 3 Responda otra vez”. Los que son de mi edad o incluso algo mayores recordarán que cada temporada, cada vez que el 1, 2 3 terminaba una serie de entregas, Chicho se presentaba ante un gran arcón y metía en él lo que había conformado esa o anteriores temporadas. Después lo cerraba, pero siempre dejaba una hendidura por si el programa volvía a emitirse otra vez. Si no, ahí estaba ese arcón de eterno recuerdo.
Este año, yo he pensado utilizar esa irónica forma de despedirse que tenía Chicho. Yo también quiero tener esa caja de recuerdos en los que meter, no ya sólo los recuerdos de los 30 programas de este año, sino también los de los 10 años que hasta ahora “Las Cosas de la Vida” ha estado en antena.
He preparado la caja y en ella he metido muchas cosas. Lo primero una pegatina que conservaba de la Cadena SER y el 90.2 de Radio Peñarroya, sin los que ni este programa ni yo hubiéramos sido nada.
He metido algunas fotos que nos habíamos hecho tanto en este estudio como cuando hemos hecho programas desde improvisados estudios móviles en diferentes sitios de Peñarroya o de Belmez. Fotos en las que aparecen tantos mis compañeros como muchos amigos y amigas que hemos hecho a lo largo de los años. En un papel he apuntado nombres de personas, de personajes famosos, de políticos y políticas, de gente incluso a la que no he llegado a conocer personalmente y que han estado en el programa aunque fuera por teléfono. He metido la agenda con cientos de teléfonos apuntados y que era mi fiel aliada a la hora de preparar un programa. Dentro de la caja va la música que nos ha acompañado en todos los programas y que elegía Emilio al inicio de las temporadas o yo para cada una de las tades-noches de los viernes. También va el reloj que siempre me recordaba paso del tiempo mientras estábamos en el aire y que siempre es mucho más rápido cuanto más interesante es el tema que tratábamos.
También están muchos de los guiones de los programas que yo conservaba, alguno de hace más de 6 ó 7 años, con las anotaciones que tenía que hacer a última hora y con los cambios que volvían locos a Luis o a Emilio. He metido las cintas de las grabaciones de los primeros programas y también un CD con los archivos en MP3 de los programas o los cortes de estas últimas temporadas. No quiero que se pierdan, son parte de la historia de la radio. Aunque sea la radio de aquí. La nuestra. Y los programas de carnaval, de Semana Santa, los de cabalgata, las Expoguadiato, las exposiciones de minerales, … y tantas y tantas cosas que se han contado aquí y que después formaban parte de las noticias de los medios escritos.
No me da pudor decirlo, la historia también la escriben la personas de a pie. Y no me refiero a mi, sino a esas que hacen el día a día en cualquier localidad de nuestra comarca. Doña María, Don Jose… Son ellos los que han pasado por este programa contando muchos de sus quehaceres diarios, muchas de sus aficiones e incluso de sus quejas y esperanzas. Esas personas son el primer pilar de la radio como yo la entiendo y son verdaderamente los que construyen la historia de un pueblo.
No me he querido olvidar de los oyentes. No se si muchos o pocos, yo he querido pensar siempre que los suficientes, lo que querían estar, ninguno más. Los oyentes son naturalmente lo más importante en la radio, en este caso lo eran elevados a cuadrado, porque ellos mismo podía ser después protagonistas en este programa o porque eran lo protagonistas de lo que aquí se hablaba representados por alguien que llevaba la voz cantante de un grupo al que pertenecía. He metido una radio pequeñita, esa que me imaginaba que servía para unirnos tantos y tantos viernes.
He metido también en ese arcón cosas intangibles. Todas relacionadas con este humilde locutor y que tampoco quiero perder nunca si en alguna ocasión abrimos otra vez la caja. Los nervios de antes de empezar, las prisas para que todo entre en la horita que tenemos, las ganas de contar cosas, el miedo a no poder hablar con algún invitado; la amistad, el compañerismo, lo aprendido, lo olvidado. La emoción de lo en ocasiones bien hecho, el respecto hacia el trabajo ajeno y la admiración hacia quienes hacen posible tantas cosas en nuestros pueblos. Y sobre todo la sensación de que sin la radio soy menos yo, y que una sola tarde de viernes en blanco duele mucho.
Ahora vacaciones. En ellas a reflexionar para volver o no. Año tras año, en esas vacaciones se agrandaba en mí el mono de radio que me hacía volver otra temporada, cuando al inicio de ellas había dicho que dejaba de hacer radio. Veremos qué pasa en éstas. Pero he de decir, que hay detalles que hace que la llegada de este fin de temporada sea diferente. Por un lado está los años que todos cumplimos y que ya voy notando, por otro que en esta temporada se ha cumplido mi objetivo de estar diez años en antena. También está la familia a la que he robado muchas horas y que de alguna forma tengo que devolver, y por último, otra serie de circunstancias que me hacen estar algo más desanimado que en anteriores ocasiones.
En realidad no sé como despedirme. Yo diría un hasta luego y algo así como para no volver me tendrían que matar. Pero no quiero mentir. Sólo el tiempo dirá si nos volveremos a encontrar en este estudio y a través de la radio.
Para finalizar he querido poner esta canción de M-Clan que se titula “Ahora me voy a dejar llevar”
En ella se oye algo como:
He peleado mucho y ya me cansé
¿tanto sufrimiento para llegar a qué?
ahora un nuevo día parece decirme déjate llevar.
Ahora me voy a dejar llevar
voy a callarme y escuchar...
¿tanto sufrimiento para llegar a qué?
ahora un nuevo día parece decirme déjate llevar.
Ahora me voy a dejar llevar
voy a callarme y escuchar...
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