Ayer lo publicaron en Diario Córdoba. Espero que sea el último artículo que escribo sobre este tema. Tengo que agradecer a Diario Córdoba las facilidades que me han dado para poder expresar mis sentimientos. Aquí os dejo el enlace y el artículo.
Mis niños abandonados en Diario Córdoba
Cuando hace seis meses saltó la noticia de que un niño de seis años había sido abandonado por su progenitora durante 19 días, toda la sociedad se escandalizó, se alarmó y el revuelo en las redacciones de todos los medios de comunicación fue generalizado. Posteriormente, se conocieron muchos más detalles sobre la vida de ese niño y de su hermano mayor. Así, toda esa sociedad pudo saber que con anterioridad una juez retiró esos niños a una familia adoptiva (la mía) para devolvérselos a su progenitora. Durante unos días, todos estuvimos atentos a lo que pudiera ocurrir con esos niños y con esa mujer. Finalmente, los niños quedaron en los brazos de la Junta de Andalucía; la mujer, en la calle sin mayores problemas.
Seis meses después, ahora que el revuelo se ha calmado y que la alarma social ha desaparecido, los menores dejan de ser protegidos por las autoridades. Los mismos que recogieron a los niños abandonados vuelven a dejarlos hoy en las manos de su progenitora, que no son, ni mucho menos, las mejores manos. Ahora, la noticia de la vuelta de los menores con quien fue capaz de abandonar a su hijo no ha generado ni la menor alarma social, nadie se ha escandalizado y ni las televisiones, radios y prensa escrita hacen guardia a la puerta de su vivienda. Por otro lado, es lo que estaban esperando para cometer esta atrocidad.
Sin embargo, es ahora cuando los menores corren peligro, cuando esta sociedad que se autodenomina defensora de los menores debiera estar alerta y preocupada, y cuando debiera estar indignada con quienes dicen defender a esos niños. Pues es todo lo contrario, y en eso se amparan quienes han tomado esta decisión. Pareciera que igual da lo que les pase a esos niños, mientras se hayan respetado protocolos, se hayan rellenado informes y cubierto expedientes.
Ahora ha sido la Delegación de Igualdad y Bienestar Social la que con su decisión de reintegrar a los dos niños con su progenitora los ha vuelto a abandonar. Ahora, como la juez en su momento y esa mujer más tarde, la Junta abandona a los dos niños a su suerte, argumentando que la situación que les llevo a recogerlos se ha "normalizado". ¿Qué normalidad puede existir en una persona que es capaz de dejar solo a un niño de seis años? Recordemos que ésta es la cuarta vez en la vida de un niño de siete años que es reintegrado con quien quieren que sea su "madre", y no es más que quien lo parió. Es la cuarta oportunidad que se le da a una mujer para que sea "madre" de esos niños, las anteriores, concedidas durante seis años, fracasaron estrepitosamente. Parece que todos estos antecedentes nada importan a los responsables de la Junta, que se empeñan en equivocarse con una persona que de sobra ha demostrado que sirve para muchas cosas, pero no para cuidar de sus hijos. ¿Cuándo alguien va a darles una oportunidad a esos menores para que puedan vivir como los niños que son?
En su momento, hice responsable a una juez de lo que a esos niños les estaba sucediendo. Por su cobarde decisión, a partir de este momento, hago responsable a la delegada de Igualdad y Bienestar Social de su futuro y de todo lo que les pueda ocurrir. De nada valdrán excusas ni promesas de seguimientos a esa mujer para corroborar su hipotética normalización, ya que, si existieron, de nada sirvieron en las anteriores ocasiones.
La realidad es que todos somos de alguna manera culpables de la vida que están sufriendo esos pequeños. Entre todos, que decimos ser protectores de nuestros menores, debemos poner las soluciones, y espero que en este caso no sea demasiado tarde. Ahora más que nunca debemos todos estar alerta a cómo viven estos dos niños para poder actuar antes de que ocurra algo irremediable. Como en la mayoría de los casos, tendremos que ser los ciudadanos los que tengamos que actuar. Las autoridades han vuelto a demostrar su incompetencia e irresponsabilidad, y nada me gustaría más que equivocarme en mi apreciación. Pero, desgraciadamente, lo dudo. Y ellos, también.
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