No me puedo contener. Lo he intentado pero no puedo. Está claro que La Iglesia en Córdoba y su obispo, sea quien sea, abre la boca para meter la pata. No da una a derechas. Bueno tal vez sea lo contrario. Lo que pasa es que cuando da, y las da muy a menudo, las da a extrema derecha. Que un hermano mayor de una cofradía no permita a dos mujeres ir debajo de un paso compartiendo esfuerzo con compañeros varones por que da lugar a no se que circunstancias raras es propio de cortos de mente. Y el señor obispo lo respalda. Pero “hermano” ¿en que siglo vives? O lo que es peor en que siglo te crees que vivimos los demás. Lo dicho, indignante.
Espero que los compañeros costaleros se comporten como verdaderos compañeros y le demuestren a su hermano mayor (que mal le queda a este tipo ambas palabras) que los hombres, los de verdad, tienen dos cojones (con perdón) no para nada raro debajo de un paso sino para defender a las mujeres de tipejos como ese y como el obispo y le dejen el paso el Viernes Santo en la puerta de la calle. A ver que hacía el señor obispo, entonces.
De la misma manera, espero que las demás hermanas de la cofradía se niegen a salir en una procesión que no les permite tener los mismos derechos que los hombres.
Por cierto, si debajo de paso pudieran darse raras circunstancias al existir costaleros y costaleras, la cosa se podría haber arreglado de otra manera, echamos a todos los hombres y seguro que existen cientos de cordobesas encantadas de acompañar a esas dos mujeres el viernes santo. Problema solucionado, so machista.
2 comentarios:
¿Tu crees que con 40 kilos a las espaldas está el personal como para meterse mano? Raro, raro, raro. Muy acertado eso de decir que si no pueden ser mixtos, que se salgan los hombres... a ver si alguna vez nos cae la breva a las féminas...las que no somos candorosas, sumisas y sin embargo somos mandonas y machorras (esto que me lo explique un poco mejor en otro artículo mi ya amigo D.C., ¿por usar pantalones? )
No veo yo muy factible eso de que la sangre se vaya a inflar un determinado apéndice ante la visión de dos costaleras cuando en ese momento la sangre prefiere acumularse en el cuello, en las piernas, los brazos y el corazón. Pero en fin.
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