He vuelto a mi casita. No, no he estado de vacaciones. Esas están por llegar. Algo peor. Es que el hogar en el que habito ha estado “cerrado por derribo” He estado de obras y de mudanza. Ahora ya he vuelto a mis casas (la del hogar y la de internet). Durante todo este tiempo hemos estado de okupas. Mejor dicho hemos estado acogidos por La Iglesia. Tal y como lo digo. La Santa Madre Iglesia que acoge a sus hijos sean fieles o no. Gracias a su caridad divina ha sido más llevadera la obra.
Bueno, que la obra en la casa en la que habitamos ha concluido, la mudanza de vuelta al hogar casi esta terminada y lo que es más importante, el ordenador colocado (no borracho) en su sitio y a punto para que PICALCAN vuelva. Así que dejando atrás ya el mono de blog y en mi nueva ubicación (en un rinconcito del salón) y escuchando de fondo el ruido del televisor, abro la puerta de esta casita y de nuevo al lio.
Os podía contar lo que es una obra, lo que es una mudanza por muy cerca que ésta sea, lo que cuesta todo, lo que cuesta el “poyaque” y la diferencias que existen entre lo que tú has pensado hacer y lo que quiere tu señora esposa que es lo que finalmente se hace. Pero no, de eso seguro que todos sabéis.
Lo que os quiero contar es lo mal que se está sin ordenador en casa. ¡Qué largo que ha hecho este mes¡ Sin poder escribir en mi blog, sin leer lo que se cuece en los blogs que sigo y teniendo que tragarme la tele. Ahora la tengo cerca, de ruido de fondo, pero no la tengo que mirar. Es un ruido,… ruido mentiroso, ruido entrometido, ruido escandaloso, silencioso ruido, que diría mi admirado Sabina. Pero lo importante es que puedo escribir, y casi leer sin que me molesten mucho. Y todo ello en la misma habitación en la que se encuentra mi esposa, así parece menor la sensación de abandono.
Mañana os contaré algo más. Ahora voy a escribir para mi columna del Diario Córdoba (es por presumir). Que aunque no estoy muy inspirado, tengo algunas ideas que se han ido acumulando en mi cabeza, que como es muy grande y no son muchas, tienen que ser grandes ideas.
¡Qué alegría volver a “la casita”!
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